Introducción.
Cuando nos adentramos en la práctica de la meditación, es común experimentar una variedad de sensaciones y emociones, tanto placenteras como incómodas. Estas experiencias no surgen de manera aislada, sino que están profundamente vinculadas a cómo hemos vivido nuestra vida, a nuestros condicionamientos emocionales y a los hábitos que hemos cultivado a lo largo del tiempo. Las emociones reprimidas, las tensiones acumuladas y los patrones mentales que guían nuestra percepción del mundo se hacen evidentes cuando nos sentamos a meditar.
Comprender que estas sensaciones son parte . . .
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