El término “Ango” proviene del budismo zen y hace referencia a un período intensivo de retiro y práctica monástica. Literalmente, “ango” (安居) significa “residencia pacífica” o “morada tranquila”. Esta tradición se remonta a los tiempos del Buda histórico, cuando durante la temporada de lluvias en la India, los monjes se retiraban a refugios para meditar y estudiar, evitando dañar inadvertidamente a pequeños seres vivos durante sus desplazamientos.
No zen xaponés, el ango suele durar alrededor de 90 días y se lleva a cabo dos veces al año, en verano e invierno. Durante este tiempo, los monjes y practicantes laicos viven de manera estricta en comunidad, dedicándose casi exclusivamente a la meditación (zazen), el estudio de textos sagrados y diversas formas de trabajo comunitario (samu). Es una oportunidad para profundizar en la práctica espiritual, fortalecer la disciplina y cultivar una mayor claridad mental.
El ango es también una metáfora del compromiso con la vida cotidiana. En la tradición zen, se enfatiza que la verdadera práctica no se limita a los retiros formales, sino que cada momento puede convertirse en un “ango”, una oportunidad para estar plenamente presente y vivir con atención y consciencia.
Una ceremonia importante que marca el final del ango es el “Jukai” (recibir los preceptos), donde los participantes pueden formalizar su compromiso con el camino budista.