Bodhicitta, commonly translated as “the mind of awakening” or “the longing for enlightenment for the benefit of all beings”, It is the nucleus and engine of the path of bodhisattva in it budismo mahayana. Es el compromiso profundo y altruista de dedicar la propia vida a aliviar el sufrimiento y a cultivar el despertar no solo para uno mismo, sino para todos los seres sintientes. En un mundo que premia la inmediatez y los resultados rápidos, mantener viva la motivación para practicar un camino como el del Zen requiere una dedicación paciente y sostenida.
Vivimos en una sociedad marcada por el ritmo acelerado y la gratificación instantánea. Las redes sociales, la tecnología y la cultura del consumo han condicionado nuestras mentes para desear resultados inmediatos en todas las áreas de nuestra vida, incluso en aspectos tan profundos como nuestra práctica espiritual. La tradición Soto Zen nos invita a contrarrestar este impulso, adoptando una actitud de “slow food espiritual”, that is to say, un cultivo cuidadoso y sostenido de la práctica, donde lo importante no es llegar rápidamente a un objetivo, sino profundizar en cada paso del camino.
La bodhicitta no es solo un momento de inspiración, sino una decisión constante que necesita ser renovada a diario. Evitando una actitud de “arrancada de caballo y parada de burro”, se asemeja más bien a cuidar una planta que requiere agua, luz y cuidado continuo. Del mismo modo, nuestra práctica debe estar alimentada por una motivación que no flaquea ante los desafíos o la falta de resultados inmediatos.
La tradición Soto Zen nos enseña que la práctica no es un medio para alcanzar un fin, sino el fin en sí mismo. In this sense, zazen (seated meditation) se convierte en una expresión viva de la bodhicitta. Sentarse en silencio, respirar y simplemente ser puede parecer, desde la perspectiva de la mente condicionada, una pérdida de tiempo. Pero en realidad, es en ese tiempo “vacío” donde aprendemos a desapegarnos de la necesidad de resultados, permitiendo que nuestra bodhicitta florezca naturalmente.
La práctica del zen es el arte de detenerse, de romper con la obsesión de “hacer” para simplemente “ser”. Esta simpleza aparente es profundamente transformadora porque nos pone en contacto con nuestra verdadera naturaleza. Desde este estado de presencia plena, la bodhicitta se cultiva sin esfuerzo, como una llama que arde suavemente pero sin cesar.
La bodhicitta puede compararse con un río que fluye hacia el océano de la iluminación: aunque el océano parezca lejano, el río nunca deja de avanzar. El compromiso no depende de la cercanía de la meta, sino de la constancia en el trayecto. Mantener esta motivación requiere esfuerzo consciente, práctica perseverante. Es fácil que las dificultades de la vida cotidiana o los momentos de desánimo erosionen nuestro compromiso. Por eso, in it budismo mahayana se recurre a prácticas específicas para renovar la bodhicitta, como recitar los votos del bodhisattva o take refuge en el buda, he dharma y la sangha.
En la práctica del zen, cada momento de zazen puede convertirse en un acto de renovación. Al sentarnos en el cojín, recordamos que nuestra práctica no es solo para nosotros, sino para todos los seres. Este sencillo gesto refuerza nuestra conexión con la bodhicitta y nos ayuda a mantener la motivación a lo largo del tiempo.
Otro aspecto crucial para mantener viva la bodhicitta es la paciencia. The path of bodhisattva no es un sprint, sino un maratón. Un compromiso con una actitud vital en la que no buscamos alcanzar objetivos egóticos. Esta perspectiva, lejos de ser desalentadora, nos libera de la presión de “llegar” y nos permite saborear cada etapa del camino. La paciencia no es pasividad, sino una disposición activa para enfrentar los desafíos con serenidad y confianza.
La bodhicitta es el corazón palpitante de la vía del bodhisattva, una llama que nos guía incluso en los momentos más oscuros. En un mundo que nos empuja a buscar resultados rápidos, la tradición Soto Zen nos ofrece una alternativa: un camino de constancia, paciencia y dedicación. Al adoptar la práctica como un fin en sí mismo, aprendemos a valorar el proceso más que el resultado, y permitimos que nuestra bodhicitta crezca de manera natural y sostenida.
Cada día se convierte en una oportunidad para renovar nuestro compromiso y avanzar, step by step, en el camino del despertar. En palabras de los antiguos maestros zen, “cada día es un buen día” y también “practica como si tu cabello estuviera en llamas”: con urgencia, sí, pero también con la calma de quien sabe que el verdadero cambio ocurre lentamente, como el fuego que transforma la madera en cenizas, sin prisa, pero sin pausa.