Hishiryo: Más Allá del Pensamiento y del No Pensamiento

En la práctica de zazen, la meditación sentada propia del budismo Soto Zen, uno de los conceptos más importantes es hishiryo (非思量), que puede traducirse como “más allá del pensamiento y del no pensamiento”. Introducido por Dogen Zenji, el fundador de la escuela Soto Zen, este término encapsula la experiencia interior que los practicantes cultivan durante zazen. A primera vista, hishiryo puede parecer paradójico: ¿cómo es posible pensar sin pensar? ¿Qué significa realmente ir más allá del pensamiento y del no pensamiento? Para entender este concepto, es necesario adentrarse en las enseñanzas de Dogen y explorar cómo hishiryo describe una cualidad de la mente que trasciende las categorías habituales de pensamiento y no pensamiento.

En la meditación Zen, hishiryo es una experiencia integral que refleja nuestra auténtica naturaleza original y la realidad tal cual es. El concepto está profundamente ligado a la comprensión de que, en el Buddhadharma, la mente no se percibe como algo separado de la experiencia, sino como una manifestación de la interdependencia de todos los fenómenos. Esto convierte a hishiryo en una parte crucial de la realización del vacío o sunyata, tal como lo describe la tradición Mahayana.

Antes de profundizar en hishiryo, es importante recordar la visión que Dogen tenía sobre la meditación sentada, zazen. Para Dogen, zazen no es un medio para alcanzar un fin, como la iluminación o el despertar. En su obra Fukan Zazengi, Dogen enfatiza que zazen es la expresión directa de la naturaleza búdica que es innata. La práctica no es un camino para lograr algo en el futuro, sino la manifestación de la realización en el presente mismo. Así, en zazen, simplemente nos sentamos, no para obtener algo, sino como una expresión completa de la verdad de nuestra existencia.

Esta visión no contradice, sino que complementa otras tradiciones budistas que ven la meditación como un medio para alcanzar un objetivo o estado específico de realización. Por ejemplo, en la tradición Theravada, especialmente en el contexto de vipassana, la meditación se enfoca en desarrollar una visión clara (insight) que ayuda a erradicar las impurezas mentales y a realizar el nirvana. Este enfoque puede verse como un paso importante en el proceso de cultivar la atención plena y la comprensión profunda de la naturaleza de la mente. En el Zen de Dogen, aunque no se busca un estado particular, sino que se practica el estar plenamente presente con lo que es, la claridad que se obtiene en prácticas como vipassana puede servir como una base sólida para profundizar en la experiencia de zazen.

Dentro de esta comprensión de zazen, hishiryo juega un papel fundamental. Durante la meditación, nuestra mente no debe estar ocupada por pensamientos ordinarios ni debemos intentar eliminar los pensamientos que surgen. En lugar de eso, practicamos un tipo de atención que trasciende la conceptualización habitual. Esto es shikantaza, «solo sentarse», donde el practicante no se concentra en ningún objeto de meditación ni en controlar los pensamientos, sino que simplemente está presente con lo que surge.

Nuestro estado mental cotidiano habitual es lo que Dogen llama shiryo (思量), o pensamiento discursivo. Este es el proceso por el cual nuestra mente clasifica, analiza y juzga las experiencias y pensamientos. En la vida cotidiana, este tipo de pensamiento es útil y necesario. Sin embargo, en zazen, el objetivo no es continuar con este proceso de discriminación mental, ni tampoco suprimir los pensamientos que surgen. Aquí es donde entra en juego hishiryo.

Dogen menciona hishiryo en Fukan Zazengi cuando dice:

“Piensa, no en pensar. ¿Cómo se piensa en no pensar? Piensa más allá del pensamiento. Este es el arte de zazen

Este pasaje describe la esencia de hishiryo. No se trata de eliminar los pensamientos ni de intentar tener una mente completamente vacía, sino de permitir que la mente se mantenga en un estado que no está atrapado en el proceso discursivo habitual, ni en el esfuerzo de no pensar. En lugar de luchar contra los pensamientos o dejar que nos arrastren, simplemente los dejamos ir sin involucrarnos en ellos. Es como el cielo y las nubes: los pensamientos son como nubes que atraviesan el cielo de la mente. El cielo no intenta retenerlas ni expulsarlas, simplemente las deja pasar, manteniéndose inmutable y vasto. De igual forma, en hishiryo, los pensamientos pueden surgir y desaparecer sin que nuestra mente se quede atrapada en ellos, permaneciendo abierta y sin esfuerzo.

 

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Este estado trasciende el dualismo entre pensamiento y no-pensamiento, permitiéndonos experimentar la realidad sin aferrarnos a los conceptos ni a los juicios que normalmente empleamos. Al practicar zazen desde el estado de hishiryo, no estamos buscando alcanzar un objetivo o un estado de iluminación en el futuro, sino que estamos manifestando nuestra naturaleza búdica aquí y ahora.

La noción de hishiryo también desafía nuestras nociones habituales de lo que significa pensar, estar consciente o actuar. En lugar de mantener una mente rígidamente enfocada o tratada de controlar nuestros pensamientos, debemos confiar en la naturaleza inherente de la mente misma, permitiendo que todo sea tal como es. Este tipo de práctica, aunque difícil de entender desde una perspectiva intelectual, es una forma directa de experimentar la unidad fundamental entre nosotros y el mundo que nos rodea, que surge naturalmente de la práctica correcta de zazen.

Dogen nos invita a sentarnos en este estado, que es a la vez más allá del pensamiento y del no pensamiento y, sin embargo, totalmente inmerso en el aquí y ahora. Es una enseñanza que, aunque profunda, ofrece una vía para transformar nuestra relación con el mundo, no solo durante el zazen, sino en cada aspecto de la vida cotidiana.