Versos1
良 由 取 捨
所 以 不 如
A causa del apego y el rechazo
se pierde la armonía con la Vía.
La naturaleza dualista de nuestra percepción condiciona nuestra experiencia de la realidad. Una mente no entrenada divide continuamente el mundo en categorías de opuestos: bueno y malo, yo y los otros, placer y dolor… Esta manera inconsciente de actuar, nos desconecta de la realidad tal cual es, distorsionándola con nuestras proyecciones mentales.
Al perder contacto con la realidad, nos alejamos del estado de armonía con el entorno y con nosotros mismos. Este olvido provoca un sentido de separación y carencia, que se manifiesta como una inquietud interna constante. Esta insatisfacción, que está en la raíz de nuestro sufrimiento, no es siempre fácil de reconocer porque está enraizada en acciones y hábitos formados por experiencias pasadas. Nuestra historia personal moldea cómo experimentamos esta carencia: para algunos puede aparecer como ansiedad, para otros como una búsqueda incesante de logros y para otros muy probablemente como un sentimiento de vacío, de carencia, de que algo nos falta.
Dado que esta insatisfacción es parte de nuestro ser condicionado, tendemos a desarrollar mecanismos de defensa que nos impiden reconocerla plenamente. Estos mecanismos incluyen distracciones externas (entretenimientos varios, trabajo excesivo, consumismo, adicciones) y barreras emocionales (negación, proyecciones). Todo ello nos provoca un sufrimiento tan profundo que opera en un nivel inconsciente, pero que se manifiesta en nuestros pensamientos, emociones y comportamientos cotidianos sin que los podamos reconocer claramente.
Así que una de las principales tareas para quienes buscamos la realización de la Vía del Buddha es identificar esta insatisfacción, con el sufrimiento que nos produce, y reconocerla como una parte inherente de la existencia humana condicionada. Nuestra tarea no es simplemente deshacernos de este sufrimiento, ocultarlo o negarlo, el trabajo interior con este sentido de carencia requiere una aceptación profunda, un reconocimiento honesto y no una lucha para rechazar o suprimir cualquier aspecto relacionado con ello. Una vez que tomamos conciencia de estos estados, debemos hacerlo con la mayor ecuanimidad posible, observar nuestras experiencias sin ser arrastrados por ellas, sin identificarnos y sin rechazar absolutamente nada.
En lugar de rechazar esta insatisfacción, el practicante de la Vía la observa, la acepta y la abraza, permitiendo que sea transmutada, naturalmente, sin intervenir intencionalmente. Esta actitud es en sí misma profundamente transformadora. En nuestra práctica, es a través del reconocimiento, la aceptación y la ecuanimidad que podemos liberar el sufrimiento y encontrar un estado de calma y armonía con la Vía, con el Cosmos, con la realidad tal cual es.
No hay que confundir este estado de aceptación ecuánime con pasividad, todo lo contrario, es una tarea activa y profunda de autoconocimiento que requiere un gran desarrollo de la atención plena y la compasión hacia uno mismo y los demás. Naturalmente, sin violentar ni forzar absolutamente nada, caminando paso a paso hacia una vida más plena y armoniosa, en conexión con la totalidad de la existencia.
- De la obra Xìn Xīn Míng Canto al Corazón de la Confianza,
del tercer ancestro chan Jianzhi Sengcan.
Traducción y comentarios de Dokushô Villalba.
Ediciones i, 2008. [↩]